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Nº 46 -Dios dispondrá de mí

“¡Dios dispondrá de mí

soy suya y para siempre!”

En medio de un mundo que huye de los compromisos y teme la opción definitiva y para siempre, estas palabras salidas del corazón ardiente de Sor Consuelo son un reto para los que ahora peregrinamos hacia el Padre intentando responder con fidelidad a su llamada amorosa y misericordiosa, absolutamente gratuita y fiel.

Imaginemos la situación. Una joven distinguida, agraciada, bondadosa, simpática, alegre, sencilla, pura, con un porvenir halagador... a los ojos de este mundo todo a su favor… y ella, rompiendo todos los esquemas, la mar de razonables para sus coetáneos, opta por abandonar todo y se entrega por entero a Aquél que la enamora y cuyo nombre no cesa de resonar en su interior: JESUCRISTO.

La firmeza de su afirmación puede que nos asombre a los que caminamos entre miedos, luchas y fracasos; ¿acaso es posible tanta seguridad? ¿cómo y de qué manera se consigue? Y Sor Consuelo una vez más nos descubre que ES POSIBLE, porque Dios es fiel y solamente necesita un corazón abierto, decidido y enamorado. Desde esta convicción ella puede ratificar: ¡SOY SUYA Y PARA SIEMPRE!

Sólo Cristo sacia nuestra sed de plenitud, sólo El colma nuestro corazón y sólo con Él y desde Él, descubrimos la maravilla de la COMUNIÓN, del AMOR, de la FRATERNIDAD, de la FELICIDAD. Hace falta que nos dejemos sorprender por Él, como ha dicho Benedicto XVI a los jóvenes en Colonia. No hay otro camino.

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