Orar
Alégrate, María

DOMINGO DE PASCUA

Los guardias hacen su custodia, medio dormidos, medio despiertos. No temen que vengan sus discípulos que ni siquiera se han acercado al calvario.

Se acerca el alba  y unas sombras se vislumbran a lo lejos. ¡Ah! Son mujeres… pero no se explican qué pretendían. Ellas se acercan ajenas a la guardia y su única preocupación era por la piedra que ocultaba la tumba ¿Quién nos correrá la piedra?

No les había dado tiempo a los guardias a impedirles la entrada, que ya estaba impedida por la roca, cuando he aquí que sucede un estruendo, un terremoto… en que todos quedan perplejos. Los guardias huyen aprisa muertos de miedo, las mujeres temblorosas pero algo superior las invade y de pronto ven que la piedra ha sido corrida por un ángel vestido de luz sentado encima, que les dice: “no tengáis miedo, id a decir a sus discípulos que Jesús ha resucitado, que va por delante de vosotros… y que le veréis”…

Salen corriendo impresionadas por la visión, temblorosas, sin explicarse lo sucedido  obedecen casi mecánicamente, por intuición psicológica,..  algo les dice que sigan…. Llegan a los apóstoles e irrumpen con la noticia: se han llevado su cuerpo, la tumba está vacía… salen corriendo Juan y Pedro. Juan más joven, Juan que había visto su pecho abierto… algo percibe, no se explica qué, pero intuye algún misterio…

Llega corriendo a la tumba, no entra por respeto a Pedro

pero “ve los lienzos doblados y el sudario y CREYÓ”.

He aquí el primero en la fe. ¿qué vio para creer?

Vio el lienzo doblado, vio el sudario enrollado…

Juan, que había estado en su entierro sabía muy bien cómo pusieron los lienzos. Uno sobre la cabeza doblado de atrás adelante.

El otro cubriendo todo su cuerpo de manera que todo quedó envuelto.

Y he aquí el misterio: el cuerpo no estaba y no había sido desenvuelto…

vio pues que Cristo había atravesado los lienzos… vio y creyó que había resucitado. Aquí tenemos el primer testigo de su resurrección,

para eso fue también el último testigo de su muerte.

Pero a Él no le vieron. Volvieron junto a los demás y contaron lo que vieron…

y los discípulos se quedaron con el final… pero a Él no le vieron. …

en estos momentos empiezan a marchar  los que habían esperado más.

Dos de ellos los conocemos bien porque se fueron hacia Emaús y ya conocemos el relato… tras su encuentro con el Resucitado regresan con los doce.

Pero la tumba misteriosa no quedó sola porque las mujeres volvieron tras Pedro. Pedro y Juan se fueron. Y al concluir que “tenemos un sepulcro vacío” la Magdalena tenía que seguir buscando. Ella quería su cuerpo al menos…y piensa que lo han robado.

Tiene el Encuentro con el Resucitado: mujer ¿por qué lloras? ¿a quién buscas? …. ¡María! Y ella ¡Rabboni! ¡Maestro! …. Ve y dile a mis hermanos….

Ahora va la Magdalena creyente… corriendo al encuentro con los apóstoles y les transmite la noticia ¡Ha resucitado, yo lo he visto!

Fue tan llamativa la noticia, en boca de una mujer, de una mujer pecadora que nos lo relata bien el Evangelio… pero ellos no acaban de creerla…

he aquí que llegó el anochecer de aquel día el primero de la Semana,

día de luz plena que no podía conocer la oscuridad… y entonces se aparece Jesús también a los discípulos y los envuelve con su luz…

Regresan los dos de Emaús aún con el corazón ardiente con su relato y cómo le conocieron en la fracción del pan... y todos saben que ha resucitado… todos menos Tomás que no estaba con ellos,

que con un poco de soberbia… no cree más que en su sabiduría…

su falta de fe le hace estar a oscuras toda la octava de Pascua

y al octavo día se le apareció Jesús…

siempre queda un Jesus dispuesto a aparecerse el octavo día para aquellos que necesitan más y más pruebas..

Y la Magdalena –no lo dice el Evangelio- pero desde los Apóstoles se fue a ver a su Madre, María que no andaba muy lejos porque Juan estaba cerca.

No sabía cómo darle la noticia, pero segura que María sí la iba a creer.

Este encuentro misterioso y oculto fue otro encuentro de gracia

como el de María e Isabel con la distancia en el tiempo y en el modo.

María e Isabel las dos con la gracia por dentro…

María y Magdalena inundadas de gracia,

como zambullidas en la gracia cual seno materno

¿palabras? No hicieron falta.

La alegría de la Magdalena quedó eclipsada ante el rostro radiante, bello, sereno, inundado de gozo inmenso.. de la Virgen María.

Si el viernes santo María padeció con Cristo hasta llegar a morir con El,

quedando en noche total, ahora junto a la noche santa sólo Ella conoce el momento de la Resurrección porque ella misma recobró la vida.

Ella que acaba de nacer como Madre de la Iglesia.

Ya no tendrá otro sentido su vida.

María que había conservado todas las cosas en su corazón,

ahora traspasada, se hace una con la oscuridad de la noche.

Sola en tinieblas, muerta…. ¿cómo podría seguir viviendo?

Pero he aquí el momento y el gran estallido resuena en lo más profundo de su corazón y la invade una energía de vida nueva.

Ella conoció el momento, ella siempre vivió la Resurrección.

Ella que había muerto en el calvario, volvió a la vida en la noche santa de Resurrección. Todo encontró sentido.

Comprendió en breves instantes todo lo que su Corazón guardaba sin comprenderlo. Comprendió la profecía que Simeón le anunció,

comprendió lo que había leído en Isaías de sufrimiento del Mesías,

 comprendió por fin cuales eran las “cosas de su Padre” que debía realizar.

Y como un nuevo alumbramiento, como de un nuevo parto,

nació ella misma de El, como Madre de la Iglesia.

Ella que simbólicamente nos fue entregada al pie de la cruz,

ahora por la fuerza de la Resurrección nace para ser Madre de todos los hombres.

Sor Magdalena López