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Alegría en el Señor
ALEGRÍA EN EL SEÑOR

Alegría, Aleluya, porque ha resucitado el Señor y vive entre nosotros. Alegría que es el gozo profundo del sabernos amadas gratuitamente, de sabernos perdonadas y salvadas con amor misericordioso. Y en palabras de San Juan Pablo II:

Este es el Hijo de Dios que en su resurrección ha experimentado de manera radical en sí mismo la misericordia, es decir, el amor del Padre que es más fuerte que la muerte. …El Cristo pascual es la encarnación definitiva de la misericordia… En el mismo espíritu, la liturgia del tiempo pascual pone en nuestros labios las palabras del salmo: «Cantaré eternamente las misericordias del Señor» (Dives in misericordia).

La verdadera alegría está sólo el encuentro con Cristo: “La alegría más auténtica está en la relación con él, encontrado, seguido, conocido y amado, gracias a una continua tensión de la mente y del corazón. Ser discípulo de Cristo: esto basta al cristiano. La amistad con el Maestro proporciona al alma paz profunda y serenidad incluso en los momentos oscuros y en las pruebas más arduas. Cuando la fe afronta noches oscuras, en las que no se "siente" y no se "ve" la presencia de Dios, la amistad de Jesús garantiza que, en realidad, nada puede separarnos de su amor (cf. Rm 8, 39) (Benedicto XVI ángelus 15-1-2006).

Aleluya, alegría… palabra que el Papa Francisco tiene continuamente en sus labios, especialmente con referencia a la vida consagrada, «Ésta es la belleza de la consagración: es la alegría, la alegría…» porque: «No hay santidad en la tristeza!» dice el Santo Padre, no estéis tristes como quienes no tienen esperanza, decía san Pablo (1Ts 4,13). (Carta a los consagrados: Alegraos)

La alegría no es un adorno superfluo, es exigencia y fundamento de la vida humana. En el afán de cada día, todo hombre y mujer tiende a alcanzar y vivir la alegría con todo su ser.
En el mundo con frecuencia viene a faltar la alegría. Estamos llamados a testimoniar la alegría que proviene de la certeza de sentirnos amados y de la confianza de ser salvados.


«La tristeza y el miedo deben dejar paso a la alegría: ‘Festejad… gozad… alegraos’, dice el Profeta (66,10). Es una gran invitación a la alegría. Todo cristiano, sobre todo nosotros, estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos. Pero sólo podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él.…No tengan miedo, el Señor es el Señor de la consolación, el Señor de la ternura. El Señor es Padre y Él dice que hará con nosotros como una mamá con su niño, con su ternura. No tengan miedo de la consolación del Señor». (Papa Francisco a los consagrados)
La actual debilidad de la vida consagrada deriva de haber perdido la alegría de las «pequeñas cosas de la vida”. (carta a los consagrados Escrutad). Por tanto si queremos ser felices, ya, ahora… seamos fieles dejándonos amar y salvar por el amor amado y vivamos en plenitud nuestra vocación.

Pidamos a la Virgen María que nos ayude a seguir a Jesús, gustando cada día la alegría de penetrar cada vez más en su misterio.
Preparado por Monjas Mínimas Daimiel