Orar
Ábrete al Amor
Ábrete al Amor
Comenzamos el tiempo ordinario en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Espíritu divino ilumina nuestra mente y fortalece nuestra voluntad.
En este inicio y para todos los días de mi vida, me brota imaginar lo que me sucede como esponja en el fondo del océano del amor de Dios, cada vez más empapada, y tanto que el mismo Espíritu se encarga de estrujarme para que otros se empapen y yo pueda empaparme más y más… algo así es la dicha que me embarga, algo así. Mi corazón siente un silencio agradecido como mejor manera de encontrarle a Él, que desde el silencio de nuestro monasterio, este silencio se transforme en diálogo amoroso, es lo que me brota en el interior de mi ser.
Toda la comunidad cristiana puede recibir una gracia especial, en cada minuto de este tiempo que iniciamos. Oremos confiados: Señor Jesús, haznos una comunidad abierta, invadida por el gozo del Espíritu Santo, entusiasta, que sepa estremecerse ante el misterio. Contamos con nuestra debilidad y con la presencia renovadora del Espíritu. Que sepamos sonreír ante la vida, haznos expertos en curar heridas y en mantener viva la esperanza. Concédenos humildemente ser testigos y profetas de la verdadera alegría.
Os animo a adentrarnos en el corazón de Dios y en el propio.
Es un bonito inicio, ¿no os parece?: ...sí hermanos y hermanas, como comunidad contemplativa queremos poner alma, vida y corazón en todo lo que hagamos, mirar a Dios, buscar a Dios, conectar con Dios, estar con Dios, contemplar su rostro, confiar plenamente en su presencia.... mirar nuestro interior y aquilatar posturas... ser santas…ponernos delante del Sagrario, hablar con el Señor y amar….
Mirad: El Señor está ahí y te llama, y te ama… el Señor está en ese hermano, en esa hermana, en ese vecino, en ese necesitado….y te llama… que vuestro corazón se abra al Amor.
Hermanos, somos cristianos, qué bonita vocación tenemos. Busquemos al Señor.


Monjas Mínimas de Daimiel