Testigos
Querida Sor Consuelo: en el 50 aniversario...

50 AÑOS COMO UN DÍA

Querida Sor Consuelo:
Ayer, fiesta de la Inmaculada,
un día demasiado grande para irte al cielo,
fueron tus últimas horas sobre esta tierra.
Al amanecer de este día 9, hoy se cumplen cincuenta años,
como una ráfaga de luz volaste a la patria eterna.
tus hermanas, -hoy también mías-
varias de ellas me lo han relatado esta misma tarde,
vieron un algo especial en la paz de tu mirada,
en la serena alegría con que dejaste esta vida.
Cincuenta años, como un día, en el misterio eterno de Dios,
ya liberados de la esclavitud del tiempo.
Aquel día ya estabas aquí de puntillas,
con el suspiro en tu Madre querida, la Inmaculada,
que hemos vuelto a contemplar nosotras
y que guarda en su mirada el reflejo de tus ojos.
Ella te quiso acoger en un tierno y dulce abrazo,
que no vieron, sino palparon las hermanas que te rodeaban.
Y nosotras que no tuvimos esa dicha, lo vemos reflejado en tu semblante
en la paz y sonrisa que mantuviste en tu cuerpo yerto.
Te fuiste, chiquilla, traviesa,
te fuiste tan breve porque le robaste
con tu corazón de niña un trocito de cielo
que la Virgen guardaba en su manto.
Así tu mamá querida, de quien tú te decías tuyísima,
oyó aquella plegaria, se embelesó con tu canto
y quiso tenerte tan cerca sin esperar mucho tiempo.
A tus prisas le supo ganar
y aceptó el reto de dos años que tú ingenuamente dijiste
y así, cumplido aquel tiempo, vino a recoger su blanca paloma
que ya se había gastado por Cristo.
Querida Venerable Consuelo,
hoy hemos tenido una fiesta, de esas que saben a cielo
siempre en la sencillez de unas mínimas pero con profundidad y grandeza.
El Obispo ha presidido la celebración eucarística, la iglesia llena, llena.
Y la capilla de la Inmaculada donde tus restos reposan,
con varios ramos de flores y toda ella iluminada.
A nosotras nos ha sorprendido cómo se esparce la luz… todos te tienen por santa.
Ya sé que no te molestas, que todo lo ves desde Dios y que es obra de su gracia.
Tus vecinos de Daimiel hoy no saben vivir sin ti.
Me han dicho que les acompañas de continuo, que les ayudas,
desde el pequeño hasta el grande todos te invocan.
Hoy el primer joven que llamó para felicitarnos me dijo estas palabras:
• “Sor Consuelo está conmigo, siempre hablo con ella
porque me acerca hasta Dios.
Hoy he ido a misa porque a ella le agrada.
Y me indica claramente: camina, hacia la luz, camina”.
Y otros muchos lo expresan, cada cual a su manera.
Hoy, Consuelo querida, te has convertido en estímulo
de todos los que aspiran a ser santos y puros.
Eres también un espejo donde tus hermanas se miran
para ver cómo seguiste el camino hacia la Pascua
con total y fiel entrega viviendo nuestro carisma.
Los jóvenes quieren ser generosos cuando tus ejemplos meditan,
los niños tu amor a María que les lleve hasta Jesús.
Y todos se encienden en ardor por la santa eucaristía,
con ansias de santidad, con anhelos de otra vida,
dejando lo transitorio que el paso nos impida.
Hoy, mi querida Hermana, veo tu testimonio de vida
que está dando mucho fruto
porque supo morir el grano y convertirse en espiga.

Sor Magdalena López, O.M.
escrito en el convento de Daimiel donde se “gastó” la Venerable Consuelo