Orar
Reflexión sobre la Kénosis
REFLEXIÓN SOBRE LA KÉNOSIS
En diálogo con una joven en camino

Lo primero que tenemos que tener claro es de dónde partir para entender el Misterio de la Kénosis, y la referencia es siempre la Persona de Jesucristo.
El Hijo de Dios siendo más se hace menos, hecho obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. Ésta es la base de la vida cristiana, es lo que también conocemos por anonadamiento.
Tú me preguntas cómo se puede vivir esto en medio de tus tareas, de tus ocupaciones, de tu estado en medio del mundo por una parte y cómo lo vivo yo desde mi consagración. Esto es muy amplio, conlleva muchas otras preguntas y respuestas, pero iremos por pasos a ver si algo te puedo ayudar al mismo tiempo que yo me adentro en este Misterio.
Si Jesús ha recorrido un camino concreto, los que le seguimos debemos intentar recorrerlo de igual manera. Por tanto, si se trata de OLVIDO DE SÍ Y AFIRMACIÓN DEL OTRO, quiere decir que para yo vivir esta kénosis, tengo que olvidarme hasta de que quiero vivirla, es decir, “EL UNICO CAMINO PARA SER ES NO SER”.(D. Rafael Pérez). Tengo que vivir para vaciarme de mí misma. Si no hay olvido de sí, no hay nada de nada, teniendo en cuenta que este olvido de sí es por amor al otro, por amor a Dios en primer lugar y por amor al prójimo. Cuando yo por amor me olvido de mí es cuando realmente soy, porque estoy en la línea de Cristo. Si te fijas en lo que llevamos dicho podrás darte cuenta que la base de este camino de anonadamiento es considerarse inferior al otro, es ese SER MENOS. Y todo únicamente por amor. ¿Cómo ser menos? Pues sencillamente fijando la mirada en Cristo, intentar vivir de cara a El, alegrándome con los que me rodean, con sus alegrías, siendo transmisora de su bondad, de su humildad, de su verdad, no dejándome llevar del orgullo que me hace sentirme herida por todo... porque si nos hiere cualquier palabra, cualquier olvido que tienen de nosotros, que no nos han tenido en cuenta, que fíjate... entonces ya no estoy siendo menos, estoy queriendo hacer valer mis derechos, estoy queriendo ser más. Esto tiene mucha miga y creo que cuanto más nos adentremos en Dios, mejor lo iremos entendiendo y viviendo, es un proceso, hay que recorrer el camino, hay que ir al paso de Dios. El sabe nuestras fuerzas, por tanto, nos queda confiar y responder según vayamos viendo. ¡digo yo!

Me vienen a la memoria unas palabras que iluminan muy bien nuestro deseo de ahondar en el Misterio de la Kénosis, aunque desde la perspectiva del sufrimiento y de la muerte: “En la muerte de Jesús hay un profundo misterio de Amor: amor de Dios por el mundo, por los hombres, por toda la historia de la humanidad, tocada por el pecado. A partir de Jesús, la muerte puede convertirse en sacrificio. Gracias a su libertad soberana, Jesús ha convertido el destino de muerte de los hombres en posibilidad de ofrenda. Gracias a su obediencia, el Hijo ha tocado la muerte para que no sea ausencia de vida, sino entrega de todo lo que somos. La muerte y la resurrección son las dos caras de una única realidad: el sacrificio, la vida entregada a Dios” (Manuel Pérez Tendero, formador del Seminario de Ciudad Real. Carpetas BETANIA)

Casi nada, por tanto si nos cuesta eso de ser menos, eso de olvidarnos, nos será más fácil poner manos a la obra si miramos a Cristo entregado, porque en El y por El y desde El, nuestra vida puede ser entrega, ofrenda, sacrificio agradable al Padre. Este es el meollo, a mi entender, del misterio de la Kenosis, no es un morir por morir, sino que es un abrirse a la vida, que es recogida como ofrenda para gloria del Padre y felicidad nuestra. Sin duda que hay que pasar por el sufrimiento, pero como creyentes en camino, debemos hacerlo con el talante de quien se ha dejado cautivar y ha palpado en su carne la salvación. Este es un camino para todos, cada cual lo deberá vivir con la intensidad que requiere el estado en que se encuentre, pero la intensidad no depende únicamente del estado, sino del corazón enamorado del que se entrega.
Hasta aquí unas líneas generales que ahora debemos aplicar a nuestra vida concreta.
 
¿CÓMO LO VIVO YO DESDE MI CONSAGRACIÓN COMO MONJA MÍNIMA? Pues la respuesta es al mismo tiempo sencilla y profunda, porque se trata siempre de mi relación personal con Cristo. Mi vida es para El, soy de El, por tanto cuanto más me entrego a El, más se me va concediendo la gracia de identificarme con su vida. Esto es todo un proceso que dura toda la vida. Contamos con la gracia de Dios, la acción directa e indirecta del Espíritu y mi respuesta personal, lo entienda o no, tenga ganas o no, me cueste o no, lo vea claro o no. El quid es fijar la mirada en Cristo, es decir, olvidarme de mí, porque cuando no me olvido de mí, vienen los porqués: ¿y por qué tengo que aceptar que el otro me haga la vida imposible? ¿y por qué tengo que vivir en continua lucha? ¿por qué este sufrimiento? ¿por qué esta situación? ... Sólo hay una respuesta: OLVIDARME DE MÍ y RENDIR MI VOLUNTAD. O sea, lo que la Virgen dijo: FIAT. Y en definitiva lo que Cristo nos enseña: “Padre que no se cumpla mi voluntad sino lo que tú quieres”. También a Cristo le costó asumir esta voluntad, como humano que es, y este sudar sangre nos está indicando que el camino del seguimiento es costoso, pero no hay otro camino. Y tengo que decirte que Dios pide cada día un poquito más, y nunca puedo decir, YA, siempre hay algo que entregar, porque el Amor es así, dinámico, siempre en activo. Por tanto hay que estar siempre en tensión, a la expectativa de lo que Dios nos va pidiendo y cuando un alma está abierta, bien se encarga Dios de introducirla en su Corazón crucificado, pero que muy bien. En este actuar de Dios hay que tener en cuenta mucho la confianza, El sabe cómo hacerlo, a mí me toca fiarme y volver a repetir continuamente. ADONAY, AMEN.
Vivo el Misterio de la entrega a Cristo como única referencia de mi caminar. No tengo otro quehacer, otra ocupación. Esta es una gran ventaja, es una gracia inmerecida a la que tengo que responder con fidelidad si quiero que fructifique, porque hace falta la colaboración, la respuesta personal. La diferencia entre tú y yo, por ejemplo, es que el deseo común que Dios nos infunde de vivir entregadas, tú lo vives desde otras ocupaciones y yo como única ocupación, es cuestión de vocación, llamada de Dios, que por otra parte cada uno escucha en su interior, pero esto ya lo sabes.
 
¿CÓMO LO PUEDES VIVIR, CÓMO SE CAMINA ?Como creyente en camino, con una vinculación de votos concretos, tu respuesta ha de ser la misma, sólo que desde tu estado laical. Pero el camino es el mismo para todo cristiano. Sí te diría que en la medida de lo posible fueras adentrándote en el Misterio del olvido de ti, en dejar un poco a un lado ese querer verte respondiendo, en camino... porque el camino de la vida espiritual puede conllevar este centrarnos demasiado en vernos perfectas, en palpar que estamos respondiendo. Este sentimiento es bueno, pero hay que matizar. Debemos centrar nuestra mirada en Cristo, únicamente en El y caminar aceptando lo que a lo largo del camino nos va presentando, así de sencillo. Que hoy no entiendo por qué me rebelo, por qué sufro, por qué me cuesta amar en verdad, gozarme con la felicidad del otro, por qué me duele tanto verme imperfecta, limitada, etc. Todas estas preguntas y más, sólo se responden desde el convencimiento de mi ser pecador hasta tal punto que, si soy fiel, llegaré a decir con verdad: “Señor, soy una persona pecadora,  quiero cumplir la voluntad de Dios y no me olvido de mí” y desde este convencimiento El irá haciendo su obra, pero se trata de saber hondamente que El es quien hace la obra, y yo sólo tengo que dejarme llevar. Me dirás ¿cómo sé que me dejo llevar? Cuando me dejo de complicaciones, y acepto lo que se me presenta como venido de su mano, lo entienda o no. Otra cosa es que tenga que pedir orientación en determinadas circunstancias, pero lo normal, lo diario, sólo se recorre con mucho amor y sólo amor. En el fondo es lo que Cristo hizo, siempre pendiente del Padre, unido al Padre, en abrazo amoroso con el Padre, viniera lo que viniera, era la voluntad del Padre. Por tanto, para caminar con firmeza tienes que adentrarte en su Corazón y vivir la experiencia del Cantar. Entonces todo se relativiza, nada puede ocupar tu interés, ni siquiera tu propia perfección. Porque Dios lo único que quiere es un corazón abierto que se deje enamorar. Desde esta perspectiva se quedan ridículas todas nuestras preguntas, todos nuestros interrogantes, no se trata de entender nada, sino de ENTREGA Y OLVIDO DE SÍ. Y la voluntad de Dios se manifiesta en el acontecer diario de mil maneras, y el Espíritu Santo se encarga de hacérnoslo ver, también las personas que nos pone en el camino y nos ayudan, sin duda.

Mi querida hermana, es obvio que nos cuesta morir, pero no hay otro camino. Sigue orando con insistencia, para que este deseo se acreciente. Conforme se avanza, Dios va pidiendo más y al mismo tiempo va regalando más, por eso viene esa sensación de querer vivir su Misterio. No olvides que aun siendo el mismo camino a recorrer, la intensidad no puede ser la misma para todos. Hay que responder desde la situación concreta, y conforme se vaya haciendo, El se encargará de ir iluminando el camino, y si pide algo más, no hay que dudar en pronunciar el Fiat. La entrega a Dios se puede vivir en cualquier estado que El disponga, ahora bien, si hay insatisfacción, anhelo de algo más, puede que sea indicio de una entrega mayor. Después de todo lo dicho sólo deseo que te encuentres feliz y tus anhelos de Dios se vean colmados. Por hoy vale.

Tu hermana Sor Rocío de Jesús