Testigos
Nº43-Un solo amor: Cristo

¡Un solo amor....Cristo!

Quien es joven busca ideales grandes, permanentes, capaces de dar plenitud a una existencia. Desea entregarse y exige que la causa merezca lo que él está dispuesto a dar. Experimenta sed de una plenitud que sólo un Amor mayor que todo otro amor, le puede dar. Es así Sor Consuelo, la joven que, como una ráfaga de luz, remontó ágilmente verdades a medias para centrar su vida en quien es la VIDA y la VERDAD.

Ella buscó el ideal capaz de saciar las profundas aspiraciones de su corazón: el AMOR como fuente de felicidad, o mejor la figura de CRISTO que nos ha amado primero y en un grado infinito.

En ella descubrimos una unión plena entre el ser y el obrar, una coherencia total entre su pensamiento y su conducta. Esta unidad de vida hizo de la joven mínima una respuesta eficacísima a las necesidades del mundo en que vivía. Nada ocupaba su corazón, nada que no fueran los intereses de Jesús: “lo importante es GASTARSE POR CRISTO”. Esta convicción profunda de Sor Consuelo se dejó traslucir hacia sus coetáneos a través de la integridad con que vivió su entrega a Dios. Ya desde los primeros momentos de su vida religiosa nada negó al Señor:

“Quiero ser dócil, muy dócil en manos del Divino Artífice, para que Él haga de mí lo que le plazca, no siguiendo nunca mis caprichos y miras personales por no contrariar la acción del Espíritu de Amor, sólo ansío y pido mucha buena voluntad y perderme en los espacios infinitos en que no se respira más que amor; mi corazón le busca sin cesar y quiere perderse en Él y llevar aquella vida escondida con Cristo en Dios de que habla S. Pablo”

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