Profesión Votos Solemnes de Rebeca en Andújar
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CRONICA DE LA PROFESIÓN SOLEMNE
SOR REBECCA GNANAPRAKASAM
El día 14 de octubre de 2017, la Comunidad de Monjas Mínimas de Andújar, hemos tenido el gozo inmenso de la Profesión de Votos Solemnes de nuestra joven hermana Sor Rebecca Gnanaprakasam. Esta Celebración, estuvo precedida por una vigilia de oración por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y en especial por la perseverancia y santidad de sor Rebecca. En esta oración estuvimos acompañadas con un gran número de fieles, los cuales participaron con cantos, lecturas y oraciones recitadas por todos con suma devoción.
La oración dio comienzo con la exposición del Santísimo Sacramento entonándose el canto “No adoréis a nadie, a nadie más que a Él”, invocando a continuación al divino Espíritu con el canto “Ven, oh Santo Espíritu, derrama tu fuerza, con generosidad, ven oh Santo Espíritu”; y tras un rato de adoración silenciosa y reflexión pudimos ver como la vocación de sor Rebecca, como toda vocación es una llamada interior que se descubre en el seno de la Iglesia y es animada por la acción del Espíritu Santo que nos permite descubrir que en este camino no estamos solos. Jesús, al igual que lo hizo con los discípulos de Emaús, camina a nuestro lado, nos infunde confianza y va abriendo la ruta a seguir en una maravillosa aventura de entrega generosa a Dios y a los hermanos, para ser puentes que hagan llegar la ternura de Dios a los hombres.
Con esta oración, tenida el día 13 al caer de la tarde, cuando todo en oración parece, quisimos unirnos a nuestra hermana que toda emocionada se preparaba con la oración para al día siguiente hacer su entrega definitiva al Señor, estando así muy cerca de ella con nuestra oración y con nuestro cariño como siempre hemos estado, desde sus primeros pasos en la vida monástica que comenzó cuando tenía sólo 16 años. Nos uníamos así a su alegría y a su acción de gracias al Señor por haber sido llamada a seguirle más de cerca con el estilo de san Francisco de Paula, nuestro Padre y Fundador, en una vida humilde de silencio, oración y sacrificio por todos los hombres, en servicio a la Iglesia. La oración que se prolongó durante una hora concluyó con la bendición solemne del Santísimo y el canto del Magnificat.
El día siguiente, a las 5 de la tarde, en nuestra iglesia, abarrotada de fieles, con la procesión de entrada que si inició desde el patio de clausura portando el evangelario sor Rebecca, siguiendo la Madre, sor María Jesús y después los sacerdotes, siendo recibidos con gran entusiasmo y alegría con el canto “Aclama a Dios Tierra entera, aclamemos llenos de alegría, cantad al Señor, bendecid su nombre, aleluya, aleluya”, daba comienzo la solemne Eucaristía, presidida por nuestro obispo Monseñor Amadeo Rodríguez Magro. Con él concelebraron ocho sacerdotes: el P. Abilio María León, Superior de la comunidad de Frailes Mínimos de Sevilla. D, Juan Carlos Córdoba, Vicerrector del seminario diocesano, P. Nicolás Velasco y P. Julio Pampliega, ambos Paúles y capellanes de nuestra Comunidad, D. Sebastián Guerrero, Párroco de san Eufrasio, D. Ángel Sánchez, cuadjutor de la Parroquia de San Miguel y Santa María la Mayor y, D. Ángel Simón, Párroco de la Parroquia de Santiago Apóstol.
Además en nuestra Celebración estuvieron presentes un número considerable de miembros de la Asociación de las Comunidades Parroquiales Vicencianas, contribuyendo en gran manera al esplendor de la Celebración que estuvo enriquecida con moniciones y cantos de Taize, estando presente también el P. Jesús Miguel hurtado Salazar, Fundador de dicha Asociación, siendo uno de los concelebrantes, lo cual nos llenó de gozo pues nuestra Comunidad está muy vinculada a este sacerdote y a esta Asociación.
Siguiendo el Ritual de nuestra Orden, después del Evangelio la Madre Superiora llamó por su nombre a la neoprofesa, la cual con voz firme y serena respondió: “Aquí estoy Señor; Tú me has llamado”.
El Señor obispo en su homilía destacó la importancia de la “llamada”, el ser conscientes de que cada uno de nosotros, por el hecho de haber recibido el Bautismo, somos llamados por el Señor a ser santos y testigos. Asimismo, dirigiéndose a Sor Rebeca, dijo: “a ella le ha llamado a vivir un carisma especial, viviendo permanentemente en continua conversión”. Don Amadeo continuó explicando que el Espíritu Santo no deja de trabajar en la Iglesia y en cada uno de nosotros. En el Evangelio de hoy vemos que San Juan Bautista señala al Cordero de Dios, preguntando sus discípulos al Señor: ¿Maestro, dónde vives? y se “fueron con Él”… desde ese momento su vida cambió. También nosotros, a través de las mediaciones hemos encontrado nuestra vocación. La fe de estos Apóstoles nació como experiencia de ese “encuentro”, porque como decía Benedicto XVI “la fe, es un encuentro con Cristo, que cambia y transforma”.
Finalmente, y dirigiéndose de nuevo a Sor Rebeca: “pedimos al Señor, que se cumpla en ti la Palabra de Dios que hemos oído en la segunda lectura. Deja que el Amor se instale en tu corazón, y al igual que santa Teresa del Niño Jesús seas en el Corazón de la Iglesia de Jaén, el Amor». Así serás verdaderamente Mínima. Que seas fiel al Señor y a los Votos gastando tu vida al servicio del Evangelio todos los días de tu vida como María, en pobreza y vida cuaresmal en servicio de los más pobres”.
Tras la homilía y el interrogatorio al que sor Rebecca respondió con voz firme y serena, su Sí, quiero entonándose a continuación la letanía de los santos mientras la profesa, postrada en tierra con los brazos en cruz, se unía a la oración de todo el pueblo de Dios, para emitir momentos después sus Votos, firmando sobre el altar su entrega total y definitiva al Señor, pronunciando a continuación sus votos que recibió Madre Ester Fuentes, superiora de nuestra Comunidad. Después firmó la fórmula de la Profesión sobre el altar, cantando a continuación la antífona: “Recíbeme según tu promesa y viviré, Señor no defraudes mi esperanza, aleluya”, concluyendo el rito de la Profesión con la bendición solemne o consagración y la entrega de los símbolos: La luz de la Resurrección de Cristo como signo de su unión esponsal con Él y el libro de la Liturgia de las Horas para que la oración de la Iglesia resuene sin interrupción en su corazón y en sus labios como alabanza perenne al Padre y viva intercesión por la salvación del mundo.
La Eucaristía prosiguió hasta el final resultando toda ella sumamente entrañable y bonita por la sencillez, no faltó la solemnidad que requería el acto que estábamos celebrando por la entrega generosa de nuestra hermana Sor Rebecca por los cantos acompañados con el armonio y las guitarras y cantando el coro y toda la Asamblea con gran entusiasmo y fervor.
Antes de concluir la Eucaristía, sor Rebeca dirigió unas palabras de agradecimiento a todos los asistentes, las cuales las transcribimos a continuación:
“Señor obispo, Padre Abilio, nuestro hermano Mínimo, Padres Paúles, nuestros capellanes, sacerdotes, señor Alcalde, representado por D. Pedro Luis Rodríguez, Concejal de Economía y Hacienda, Hermanas y Hermanos todos que hoy me acompañáis compartiendo mi alegría y mi acción de gracias al Señor.
Sí, hoy, es un día grande para mí, un día de acción de gracias porque el Señor me ha llamado y me ha capacitado para responder con mi Sí definitivo a su llamada. Llamada, que sentí, ya desde mi infancia, y seguí desde mi adolescencia y que ahora tras largos años de formación humana, cristiana y religiosa, con la gracia del Señor he pronunciado mis Votos Solemnes con el deseo y el propósito firme de vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida alabándole siempre. Este es mi deseo, este es mi propósito pero como soy débil, pequeña, en una palabra, Mínima, os pido vuestra oración para que el Señor me dé su gracia y siempre le permanezca fiel.
Por mi parte, os prometo a todos mi oración constante. Vuestras preocupaciones, vuestras dificultades, vuestras enfermedades, vuestros problemas, vuestros sufrimientos, los hago míos y los presento al Señor como una ofrenda para que Él esté con vosotros en todos los momentos de vuestra vida y os ayude a caminar por el sendero que lleva hasta Jesús, nuestro Salvador, cogidos de la mano de María, nuestra Madre, la Virgen Morenita, nuestra celestial Patrona tan amada por todos sus hijos.
Y ahora expresar mi gratitud, ante todo al Señor por su amor, por su llamada, por su gracia que vale más que la vida. Gracias al Papa Francisco que ha tenido el detalle de enviarme su bendición mediante una carta y un Rosario para que rece por él. Gracias también a nuestro señor Obispo que tan paternalmente hoy me ha acompañado y ha presidido este acto tan significativo para mí. Gracias de todo corazón Señor obispo por su grata presencia, cuente también con mi oración.
Gracias a los sacerdotes que hoy me han acompañado en esta Celebración y especialmente a los que me han ayudado espiritualmente como el P. Jesús Miguel Hurtado, hoy aquí presente como lo estuvo al inicio de mi vida monástica, y el P. Joby, que me ha acompañado con su oración desde la India y a nuestro confesor, el P. Antonio Camarero que durante más de diez años ha seguido mis pasos mediante el Sacramento de la Reconciliación y que ahora se encuentra enfermo, para él, un recuerdo especial y mi deseo grande de su pronta recuperación. De manera especial recuerdo a don Rafael Higueras que me dio la Primera Profesión y siempre me ha mostrado su afecto.
Gracias a mis Hermanas de Comunidad que con tanto amor y con su ejemplo y dedicación me han ayudado en todo el proceso de mi formación. Ellas han tenido conmigo una paciencia, infinita…
Gracias a mis profesores, algunos aquí presentes, otros ausentes pero espiritualmente unidos a mí y alguno como don Eduardo González y que ya está en el cielo, para él tengo un especial recuerdo hecho oración.
En fin Gracias a todos vosotros que hoy me acompañáis haciendo más gozosa esta Celebración con vuestra cariñosa presencia tanto los de cerca como los que habéis venido de fuera, entre ellos, nuestra querida niña, Andrea, Pedro su hermano y su familia.
Finalmente gracias a mis padres y a mi hermana que siempre me han ayudado para mantener firme, mi SÍ, al Señor, facilitando mi camino para seguir la llamada del Señor y hacer la voluntad de Dios. Así, dejé todo lo mío, mi tierra, mi casa, mis padres, mi hermana, mi familia. Ellos hoy no están aquí físicamente, pero espiritualmente, yo, los siento cerca y sé, que ellos, ya han celebrado una Eucaristía en acción de gracias por mi consagración. Un beso y un abrazo para ellos y para todos vosotros y la bendición de mi Padre Fundador, san Francisco de Paula. GRACIAS”. A estas palabras, siguió un caluroso y prolongado aplauso concluyendo nuestra Celebración con el canto del Magníficat.
Y tras la Eucaristía se ofreció a todos los asistentes refrescos, limonada, horchata y dulces que todos tomaban con alegría, gozosos por lo que se habían vivido en la hermosa y emocionante Celebración que todos alababan alegrándose de haber podido participar en este acto tan hermoso pero tan poco frecuente en la actualidad.
Y sor Rebecca, radiante de alegría daba gracias al Señor con estas hermosas palabras: Gracias Señor por haberme escogido. Gracias por guiarme en el camino de mi vida. Gracias por enseñarme a amar a los demás como Tú me amas. Gracias por cuidar de mi familia, bienhechores y amigos. Gracias por los sacerdotes que me han ayudado para seguirte más de cerca. Gracias, por estar siempre a mi lado en los momentos difíciles y de alegría. Hoy Señor, quiero entregarme de todo corazón a Ti y a Ti cantaré alabanzas mientras yo viva (Cf. Sal 146,2).
Y también nuestra Comunidad alaba al Señor y nos unimos a la alegría y a la acción de gracias de nuestra Hermana por el don que nos ha hecho el Señor y al que queremos corresponder con una vida de santidad, pidiendo al Señor su gracia que vale más que la vida.
Quiera el Señor enviarnos nuevas vocaciones para que este Monasterio que durante más de 500 años ha permanecido en Andújar como un faro que ilumina al caminante peregrino, pueda seguir iluminando a todo el que en nuestra ciudad se acerque al torno, a nuestra iglesia, al locutorio, sea una fuente de luz y confianza. Una fuente donde, los peregrinos sedientos puedan saciar la sed de vida interior, la sed de una escucha, de un encuentro con Dios. Así sea, Señor.
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