“SEÑOR TU ERES MI UNICO BIEN”
Yo soy Sor Trinidad del Inmaculado Corazón de María, mi nombre de bautismo es Graciela Méndez Méndez, tengo 21 años y soy una novicia Mínima, vengo de la ciudad de Oaxaca, al sur de México.
Cuando yo tenía 17 años me invitaron a hacer un curso de formación con las Misioneras de San Juan Bautista, pero mis padres no me dieron el permiso. Yo no les dije nada, pues solo pensaba en divertirme y estar bien, mas el Señor ya había puesto una inquietud en mi corazón que yo desconocía.
La inquietud crecía en mí, ya que las cosas del mundo no satisfacían mi corazón, por un momento estaba alegre, pero pasaba todo y después quedaba vacía. A la iglesia asistía poco y a veces lo hacía solo para salir.
Un día me enteré por providencia de Dios que las religiosas iban a buscar jóvenes y yo le dije a mi papá que quería ir con ellas, pero su respuesta fue nuevamente negativa, me retiré, comencé a llorar y dije en mi interior: “Dios mío, si es tu voluntad que yo asista, dame el valor para enfrentar lo que venga”.
Por gracia de Dios mi papá dijo que sí, aunque no muy convencido, con mucha alegría me fui, sin imaginar que el Señor me había preparado un designo muy distinto al que yo soñaba.
En el transcurso del curso se presentaron las Monjas Mínimas de San Francisco de Paula, las cuales me llamaron la atención por su sencillez y por la alegría que transmitían al presentar su carisma. En un primer momento tuve miedo de acercarme a ellas, pues tenía el temor de equivocarme, pero al mismo tiempo esa inquietud que tenía me impulsaba a hablar, aunque no muy claro, pues me encontraba en duda.
Me acerqué y les dije que yo quería hacer una experiencia con ellas. Ellas me aceptaron con mucha alegría y con ninguna dificultad. En seguida se los comuniqué a mis padres y ellos se alteraron y me dijeron que era una decisión muy precipitada, que me esperara más tiempo porque mi papá estaba enfermo. Esperé unos meses hasta que llegó el día tan esperado del ingreso a la comunidad de las Monjas Mínimas en Saltillo (Coahuila) el día 3 de abril del 2006. Desde el primer momento me brindaron su cariño y comprensión.
En el tiempo de experiencia, descubrí que esa inquietud se llamaba Jesús y que cuando El quiere a un alma, pone todos los medios para ganársela.
Con esta motivación y este deseo de ser toda de Jesús, decidí dar el primer paso con el inicio del postulantado, el 15 de agosto, día de la Asunción de nuestra Madre del cielo. En este transcurso iba conociendo más el carisma de nuestra amada Orden y creo que entre más la conozco, más lo amo. ¡De verdad qué hermosa es nuestra vida!
Me preparé con mucha ilusión y alegría para la segunda etapa de mi formación, o sea el noviciado, que fue el 12 de septiembre del 2007 día del Dulce Nombre de María. Al revestirme del santo hábito, me sentía indigna de llevarlo, pero al mismo tiempo me invadió una alegría muy grande que no puedo explicar.
Doy gracias a Dios por su infinita misericordia hacia mí, que aún siendo como soy, El me ama, le doy gracias también porque mis padres que antes se resistían a aceptar mi vocación, ahora están muy contentos al igual que yo.
Con este paso al noviciado he reafirmado mi vocación y con mayor razón quiero dar lo mejor de mí, imitando a la Santísima Virgen y a nuestro Padre San Francisco para la salvación de tantas almas necesitadas y para la mayor gloria de Dios.
¡Vale la pena dejarlo todo, para ganar el todo, que es Cristo, único y solo bien!
Sor Trinidad del Inmaculado Corazón de Maria
|