En el Consistorio el Papa Francisco ha anunciado que la fecha de la canonización para el Fraile Calabrés serà el 23 de Noviembre del 2014. A dar nuevo impulso al iter de la canonización, contribuyó el milagro que un hombre obtuvo cayendo mientras trabajaba en la iglesia.
En el Consistorio ordinario pùblico, el Papa Francisco ha decidido inscribir en el album de los Santos al Beato Nicolàs de Longobardi, Oblato profeso de la Orden de los Mìnimos de San Francisco de Paula, en el siglo Juan Bautista Clemente Saggio (1650-1709). Junto con el Beato Calabrés, que continúa asì el nuevo camino de santidad trazado por el Fundador (1519) y recientemente incrementado por San Humilde de Bisignano (2002) y por San Cayetano Catanoso (2005), serán canonizados también Mons. Juan Antonio Farina (1803 – 1888), Obispo de Vicenza y Fundador de las Hermanas Maestras de Santa Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones; Padre Ciriaco Elias Chavara (1805-1871) Fundador de los Carmelitas de Marìa Inmaculada; Padre Ludovico da Casoria (1814-1885), Fraile Menor y Fundador de la Congregación de las Hermanas Franciscanas Elisabettine, conocidas como “Bigie”; Suor Eufrasia Eluvathingal (1877–1952) de la Congregación de las Hermanas del Carmelo; y el Terciario Franciscano Amato Ronconi, que vivió en el siglo XIII y fundò el Hospital de los Pobres Peregrinos en Saludecio (RN), que hoy es un "Asilo de ancianos Obra Pia Beato Amato Ronconi".
La ceremonia tendrà lugar en la plaza de San Pedro el pròximo 23 de Noviembre, iniciando a las 10,30 a.m., domingo en el cual celebramos a Cristo Rey del Universo. Aunque el comunicado no haga alguna referencia, no es improbable que la elecciòn de esta fecha coincida con el inicio del Año de la Vida Consagrada, para el cual, apropiadamente, el Papa Francisco propone seis consagrados, cuatro italianos y dos indianos, algunos de los cuales fueron fundadores de nuevas Familias Religiosas.
En espera que sean ofrecidos mayores elementos sobre los objetivos que el Papa Francisco pretende alcanzar con esta nueva canonización, queda todavìa por comprender como es posible que un fraile que viviò en la segunda mitad del Seicientos, que no ha fundado ningún Instituto Religioso y que, como San Francisco, ni siquiera era sacerdote, venga ahora propuesto como modelo a toda la Iglesia Universal.
En la base de tal opciòn está la circunstancia que el "protagonista del milagro" está aùn en vida. Se trata en efecto del Señor José Laudadio, y también él es originario de Longobardi, donde naciò hace 93 años y que, gracias a la intercesiòn del compaisano, en el 1938 se salvò mientras estaba trabajando en la restauración de la ex-iglesia conventual que los Mìnimos tenìan en Longobardi. La respuesta ha podido aclarar cientìficamente "la ausencia de cualquier lesión tanto somática como psicológica en el Señor José Laudadio, en consecuencia de una caída desde muy grande altura".
El milagro, que se puede clasificar como un caso de evitado peligro, se verificò en el 1938, mientras la investigaciòn diocesana se abriò en Cosenza el 24 de mayo. ¿Como es posible que hayan pasado 70 años de aquel evento corriendo seriamente el riesgo que se perdiera la memoria? La razòn està en el hecho que en aquella época la normativa canònica exigìa necessariamente dos milagros para introducir una causa de canonizaciòn y, por consiguiente, el de Laudadio no era suficiente. Ahora que la normativa se ha vuelto menos exigente y, sobretodo, porque la persona que ha recibido el milagro està todavìa en vida, se ha recobrado el tiempo perdido y a través de una serie de peripecias técnicas, que han podido utilizar instrumentos de vanguardia, se llegò a la conclusiòn que no hay explicaciòn científica por lo ocurrido a José Laudadio.
El hecho se verificò entre mayo y junio del 1938, con màs precisiòn entre las 15,30 y las 16 horas, durante los trabajos de restauraciòn en la iglesia de la Anunciada, hoy llamada de San Francisco. Laudadio estaba arriba del andamio que se habìa realizado al exterior en el lado izquierdo de la iglesia, a una altura de casi 12 metros del suelo, sobre un puente que no tenìa protecciòn. Por invitaciòn del maestro de obra, Francisco Presta, José Laudadio estaba por bajar para preparar el ùltimo impasto de cemento. En este acto se apoyò con la mano izquierda a una haz que, cayéndose, le hizo perder el equilibrio y lo hizo caer en el vacìo. Consciente de que estaba corriendo seriamente el riesgo de morir, mientras estaba precipitando invocò instantàneamente la ayuda del Beato Nicolàs. A pesar de que cayò encima de un montòn de piedras afiladas, arena y cemento, no solo no perdiò conocimiento, sino que se levantò inmediatamente y él mismo se sorprendiò que, con toda la altura de donde habìa caìdo, no habìa llevado alguna herida, no advertìa algùn dolor, ni tenìa problemas en los movimientos. Tenìa solo una perqueña abrasión en la rodilla derecha, debida al hecho de que cayendo, con toda probabilidad, habìa rozado alguna viga que le habìa procurado una rasgadura a los pantalones.
El maestro de obra, impresionado de verlo de nuevo después de aquel vuelo, por precauciòn lo mandò a su casa, no muy lejos del trabajo. José no solo no acudiò al doctor, ni en los dìas siguientes se sometiò a ningùn tipo de control clìnico, sino que, como si nada hubiera pasado, al dìa siguiente se presentò regularmente al trabajo. En consideraciòn de los avances en campo radiològico, durante la investigaciòn diocesana José Laudadio fue sometido a diversas investigaciones radiogràficas a cargo del talón, la columna vertebral, extremidades inferiores y superiores, que han excluìdo, en la forma màs absoluta, la presencia de lesiones debidas a fracturas precedentes o recientes, asì que queda cientìficamente inexplicable como un hombre, precipitando sobre un solado de màs de 10 metros de altura, no haya llevado algùn trauma.
P. Rocco Benvenuto, Fraile Mìnimo
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