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Datos biográficos
Nació en Mora de Ebro en 1841. Hija de D. Félix  Ferrer, (escultor) y de Dª Josefa Galcerán. Artista como su padre, labró en su propia "madera" la imagen de Cristo. De su madre heredó una piedad profunda, gran bondad y amor a los pobres.
 
De niña admiraba su piedad angelical y su docilidad. La enfermedad empezó a probarla desde su más tierna infancia.
 
Hacia los trece años tuvo su primera experiencia mística de carácter eucarístico-mariano. Un éxtasis en un día de comunión en el cual se le manifestó de forma muy clara el misterio de la Inmaculada Concepción de María, su amor maternal y la hermosura de la virginidad. Bajo esta experiencia hizo su voto de virginidad.
 
Ya por entonces empezó a manifestar sus deseos de consagrarse a Dios en un convento dedicado a la Inmaculada. Esta vocación fue duramente combatida por sus mismos padres, que a pesar de ser buenos cristianos creían que, por su frágil salud, Filomena no era acta para el claustro, por lo que sufrió mucho. Allanadas todas las dificultades, ingresó en el Monasterio  de la Inmaculada Concepción de Valls el 29 de enero de 1860. Contaba 19 años
 
Pronto la Comunidad se dio cuenta del tesoro tan grande que Dios les daba en esta joven religiosa, pues era un modelo acabado de virtud.
En el Monasterio desempeñó con toda perfección los oficios de maestra de canto, ayudante de ropera, despensera y segunda enfermera, brillando en todo y siempre su más ardiente caridad. Tanto que las Hermanas decían: "Donde hay una necesidad allí está Sor Filomena con el lenitivo de su caridad".
 
Dios la llamaba de continuo a una perfección cada vez más elevada, como una continua conversión "de bien en mejor".
El luminoso ejemplo de su vida santa, enraizada y cimentada en la más genuina espiritualidad ascético-mística de la Orden brillaba como antorcha y las primeras beneficiadas de esta luz fueron las Hermanas que convivieron con ella. A su paso floreció la más gozosa y fiel observancia.
A pesar de ser un alma muy extraordinaria lo que más impacta en su vida no es lo extraordinario sino su fidelidad a la gracia. Una fidelidad que empieza con el despertar de su primera infancia y, con paso seguro, sin titubeos, avanza siempre adelante; despierta siempre y a la altura de cada circunstancia; nutrida por la más sincera humildad, y guiada siempre por la más ardiente caridad.
 
Confidente y Apóstol de Sagrado Corazón, fue la persona elegida por Dios como Fundadora de un monasterio de Mínimas en Mora de Ebro y un templo Expiatorio dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Trabajó mucho por la difusión de esta devoción sobre todo en la propia Comunidad y entre los sacerdotes, a los que aconsejaba vivamente se consagraran al Divino Corazón.
 
En cuanto a la fundación de Mora de Ebro se llevó a cabo 26 años después de su muerte, cumpliéndose su profecía porque era la voluntad de Dios. Sor Filomena fue la inspiradora, la impulsora y la que promovió con numerosas cartas y sobre todo con su oración y su propia vida tal obra.
 
Se ofreció a Dios como víctima por la Iglesia, por el Papa y por la fiel observancia de la Regla en la propia Comunidad sufriendo un “martirio” incruento por las pruebas y enfermedad. El Señor aceptó su ofrenda. Murió el 13 de agosto de 1868 a la edad de 27 años.
Se halla enterrada en la iglesia del convento de Valls a los pies del Corazón de Jesús.
 
A su muerte gozaba de gran fama de santidad dentro y fuera del Convento. Está introducida su Causa de Beatificación. La heroicidad de sus Virtudes, tras haber superado los exámenes del Congreso de Teólogos, Cardenales y Obispos en la Sagrada Congregación, han sido aprobadas mediante un Decreto de Juan Pablo II el 7 de Septiembre de 1989. Ahora la Causa de la Venerable Sor Filomena se halla en espera de un milagro para poder proceder a su Beatificación.