A LA VENERABLE SOR FILOMENA
Hacia Él, te sentiste presa
sin ninguna ligereza.
Era mucho tu pureza.
No hubo en ti, en ningún momento
nubes en tu pensamiento,
tampoco arrepentimiento
Era tu fe muy ardiente
pero tenías presente
de obrar siempre muy prudente.
Hiciste el ofrecimiento
de darle en todo momento
a Jesús, tu santo aliento.
Con tu voz que era un encanto
dedicabas siempre el canto
hacia Aquel, que amabas tanto.
Nunca tuviste recelo
en poder cumplir tu anhelo.
¡Cómo mirabas el cielo!
Rechazaste los honores.
Huiste de los favores,
que a veces causan dolores.
Preferistes los rincones
en tus largas oraciones.
Alvio de corazones.
La celda de tu Convento
era sencillo aposento.
¡Qué grande era tu contento!
Horas y horas pasadas
En oraciones sagradas
Para aquel que tanto amabas.
Fiel brote de tu inocencia
Era en ti, la impaciencia.
Ver Jesús a tu presencia.
Será en bien cosa segura
como pago a tu cordura,
reflejo de tu alma pura.
Si flor hubieras nacido
Jesús, te hubiera escogido
para su vergel florido.
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