Mi corazón está enamorado de Cristo
Mientras reflexionaba sobre mí misma y mi caminar en esta tierra, reflexionaba también en la vida de los santos, ellos viven como son. Me producía curiosidad saber cómo dan sus vidas totalmente a Dios, al igual que la Venerable Sor Consuelo dio su vida a Dios sin reservas y definitivamente ofreció su vida sin vacilaciones en su corazón. Conocí su vida al leer un libro sobre ella. Pertenecía a una familia rica, al nacer ya poseía muchas cosas (me refiero a lo material). Estudió en un buen colegio, “La Divina Pastora”. Tenía muchas cualidades, talentos y virtudes. Era bonita e inteligente. Además tenía muchos admiradores, chicos que deseaban fuera su esposa en el futuro. Pero rápidamente todos estos grandes dones fueron rechazados por ella. Renunció a todo y escogió la mejor parte para sí: ser la esposa de Cristo. Ofreció todo su ser y su alma a Cristo ¿Por qué? Porque deseaba sólo una cosa, amar a Dios con todo su corazón. Estaba ENAMORADA DE CRISTO.
Para mí era muy difícil renunciar a todas las cosas que he recibido en la vida. Necesitaba muchas cosas para vivir. Necesitaba ser una persona con mi propia libertad, especialmente libertad en mi vida, en mi casa y en mi futuro, en mis pensamientos, mis deseos, y más que nada en mi voluntad. No quería que hubiera nadie que dirigiera mi vida, no quería someterme a otros y menos si ellos no me agradaban. Pero todas esas cosas en mi vida no me satisfacían y no me hacían feliz. ¿Qué me faltaba? Primero descubrí que mi corazón estaba cerrado para los demás, mi corazón estaba muy ocupado en cosas materiales, reconocí que todas esas cosas no me llevaban a la total alegría. No me sentía satisfecha teniéndolas.
Entonces me examiné a mí misma y encontré que en mi corazón había algo que deseaba, algo que es imposible ganar en este mundo, algo que sólo puedes tener si Dios te escoge, pero no me sentí desalentada porque sabía que el día llegaría.
Mientras esperaba, empecé a frecuentar la Iglesia, no sabía muy bien qué era lo que hacía allí, sólo recuerdo que me sentía muy contenta uniéndome a las actividades que allí se desarrollaban. Entonces descubrí que Dios me estaba pidiendo algo y desde ese momento mi corazón siempre estaba fuertemente impregnado de alegría y me sentí siempre contenta. Pronto me “descubrí” dentro de un convento porque deseaba ofrecer mi vida por Cristo. Me sentí enamorada cuando puse mi atención en el amor de Dios sobre todas las demás cosas de este mundo. Problemas y dificultades no pueden separarme del amor de Cristo.
Hoy soy ya profesa temporal en esta Orden de las Mínimas. ¿Cómo me siento ahora? Puedo decir como Sor Consuelo: Estoy decidida a dar totalmente mi vida sólo por la causa de Cristo. Aunque vengan muchas dificultades y problemas: sonreír y dar gracias, porque estas dificultades son el trampolín para unirme más con Cristo como mi Divino Esposo. Estar enamorada de Cristo no es fácil, pero estoy dispuesta a renunciar totalmente a mí misma por la salvación de muchos en este mundo y por la Gloria de Dios. Este es mi enamoramiento de Cristo, siempre SI hasta el último aliento. El amor de mi Divino Esposo es suficiente para mí. Él es la fuente de mi gozo y alegría en la tierra.
Una cosa solo busco,
una sola cosa pido:
Habitar en la casa del Señor por siempre.
Vivir siempre en la presencia del Señor.
Sister Gennevi
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