Orar
Un nuevo Año para regalar Alegría

UN NUEVO AÑO PARA REGALAR ALEGRÍA,

PARA COMPARTIR ESPERANZA,

PARA REPARTIR AMOR.

¡¡¡PUES A COMPARTIR CON TODO EL MUNDO!!!

 

En un mundo necesitado de Dios, repleto de grandes deseos, quizá ocultos en el corazón, por miedo a no encontrar respuesta… Estamos urgidos a la FRATERNIDAD, donde todos vibramos por todos, donde nadie queda excluido, donde sencillamente nos hermanamos en Jesús, el Hijo de Dios.

  Dios te escucha, espera y confía. Intenta descubrir la mano amiga que, sin tú saberlo, espera tenderla hacia ti, SÍ, quiere ayudarte.  ES LO QUE VIVIMOS EN LA IGLESIA: queremos ayudar a TODOS… y en medio de nuestros fallos, algo hay que siempre vigila, LA ORACIÓN. Ésta nunca te faltará, porque hay muchas almas dedicadas a ello de por vida. Por experiencia lo puedo afirmar. No son palabras, son hechos, es vivencia, es un regalo que Dios concede a unos cuantos, entre esos cuantos… me encuentro yo, qué maravilla. Y nuestra vida para hacerle presente, para que no nos olvidemos de SU PRESENCIA, para REPARTIRLE A ÉL.

En este principio de año, a ti que lees estas líneas y a todos los hombres del mundo, os decimos: DIOS CUENTA CONTIGO, MUCHOS ESPERAN Y TE DICEN: ¡¡¡ TE ESTABA ESPERANDO, YA ERA HORA QUE ALGUIEN ME SACARA DE AQUÍ ¡!!  Y resulta que ese alguien puedes ser tú… ANIMO.

 Ahora saborea estas líneas, hazlas tuyas:

“Los gemidos de mi corazón eran como rugidos. Hay gemidos ocultos que nadie oye…. ¿y quién lo puede entender como no sea aquel a cuya vista y a cuyos oídos llegaron los gemidos?

Por eso dice que los gemidos de mi corazón eran como rugidos, porque los hombres, si por casualidad se paran a escuchar los gemidos de alguien, las más de las veces sólo oyen los gemidos exteriores; y en cambio no oyen los gemidos del corazón.

¿Y quién podrá interpretar la causa de sus gemidos?

Añade por ello: todo mi deseo está en tu presencia. Por tanto, no ante los hombres, que no son capaces de ver el corazón, sino que todo mi deseo está en tu presencia. Que tu deseo esté en su presencia; y el Padre, que ve en lo escondido, te atenderá…

 

TODO MI DESEO ESTÁ EN TU PRESENCIA. ¿Qué sucederá si delante de Dios está el deseo y no el gemido? Pero ¿cómo va a ocurrir esto, si el gemido es la voz del deseo?

Por eso añade el salmo: No se te ocultan mis gemidos. Para ti no están ocultos; sin embargo, para muchos hombres lo están. Algunas veces el humilde siervo de Dios afirma:

No se te ocultan mis gemidos.

De vez en cuando puede advertirse que también sonríe el siervo de Dios:

¿Puede acaso, por su risa, deducirse que murió en su corazón aquel deseo?

Si tu deseo está en tu interior también lo está el gemido; quizá el gemido no llega siempre a los oídos del hombre, pero jamás se aparta de los oídos de Dios” (San Agustín, salmo 37).

Preparado por Mínimas Daimiel