“Ha aparecido la bondad y el amor”
Escuché el otro día a un profesor de Sagrada Escritura que dijo, de pasada, lo que significan en los belenes el buey y la mula. Hacen alusión a la cita de Isaías: “El buey conoce a su amo y el asno, el pesebre de su dueño; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento!” (Is 1,3). Ahí tenemos a estos animales tan cerca de su Dios. Representan la sabiduría puesto que, de algún modo, están reconociendo a su dueño y señor. Ahí está el recién nacido que es Amor, que es la omnipotencia suma, la verdad y el amor infinitos y ¿dónde están todos los sabios de la tierra, los reyes y sacerdotes… dónde están todo su pueblo que esperaba al Mesías..? Sólo ante José y María están los animales y los pastores, los más ignorantes y pecadores de su tiempo... son los únicos que supieron reconocer al Dios venido a la tierra porque la sabiduría del mundo es necedad ante Dios y lo que no cuenta para el mundo es lo reconocido por Dios.
Quisiera en esta Navidad que fuéramos “necios por Cristo”, o sea, locos de amor por El y que nos encuentre en espera fiel ante su venida. Que demostremos nuestra sabiduría en permanecer ante nuestro Señor contemplando su bondad y amor, porque “ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre” y sólo requiere nuestra acogida para recibirla. Que contemplemos esta bondad y amor, que nos llene su misericordia… que contemplemos verdaderamente este misterio hasta quedar repletas de bondad y amor. Y ¿cómo sabremos si nuestra contemplación es verdadera?. La respuesta nos la dará el hermano que tengo al lado… si hemos sabido transmitir este calor de amor, esta bondad que hemos recibido, notará el calor de tu amor y con su sonrisa agradecida te lo dará a conocer. Si por el contrario echamos un jarro de agua fría y nos mostramos ásperos… habrá que examinar nuestra contemplación.
La bondad y el amor recibido nos empaparán de tal modo que lo vamos a rezumar. Que lo vamos a contagiar a nuestro alrededor. Y brotará como un río la alegría que se transmitirá al mundo entero….
Pero ¡silencio! Que viene la Palabra y se encarna en medio del silencio. No más voces, no más palabras, una sola es la Palabra y se encarnó en medio del silencio. Contemplemos el misterio y que todo nuestro ser se postre en adoración.
¡Santa y Feliz Navidad!
Federación Monjas Mínimas
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