Oh Jesús, Buen Pastor, suscita en todas las comunidades parroquiales sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, laicos consagrados y misioneros, según las necesidades del mundo entero, al que tú amas y quieres salvar. Te confiamos en particular nuestra comunidad; crea en nosotros el clima espiritual que había entre los primeros cristianos, para que podamos ser un cenáculo de oración en amorosa acogida del Espíritu Santo y de sus dones. Asiste a nuestros Pastores y a todas las personas consagradas. Guía los pasos de aquellos que han acogido generosamente tu llamada y se preparan a las órdenes sagradas o a la profesión de los consejos evangélicos. Vuelve tu mirada de amor hacia tantos jóvenes bien dispuestos y llámalos a tu seguimiento. Ayúdales a comprender que sólo en Ti pueden realizarse plenamente. Confiando estos grandes intereses de tu Corazón a la poderosa intercesión de María, Madre y modelo de todas las vocaciones, te suplicamos que sostengas nuestra fe con la certeza de que el Padre concederá lo que Tú mismo has mandado que pidamos. Amén.
(Juan Pablo II)
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