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Decidme dulcísimo Esposo mío! ¿qué virtud será la que me conducirá con más presteza a la perfección y a la consecución de vuestro Santo amor?
-¡Oh Esposa mía! ¡qué petición más a mi gusto me haces! Pues deseo con vivas ansias verte ya toda mía y esto consiste en una total abnegación de tu propia voluntad y de todo cuanto hay en ti a imitación mía, que no vine a hacer mi voluntad sino la de mi Padre que me envió y durante mi vida fue una continua abnegación y así te digo, que si quieres ser muy perfecta, tanto tendrás de perfección cuanto adelantarás en la abnegación y si tú escuchas mi voz, yo mismo te instruiré en esto que me pides, tu séasme fiel.
-Dios mío dadme vuestra santísima gracia para que os sea fiel a lo que os prometo. Propongo, Jesús dulcísimo, ayudada de vuestra gracia, negar en todo mi propia voluntad haciendo siempre la vuestra, negándome en todo por vuestro amor. Dadme vuestra gracia que sin ella nada puedo. (De los escritos de la Venerable Sor Filomena Ferrer)
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