Orar
Ábrete al Amor
ÁBRETE AL AMOR
Monjas Mínimas de Daimiel

A ti que lees estas líneas, a ti que quieres orar, a ti que deseas y buscas, te digo:
Si conocieras el don de Dios… que es Amor…


El amor de Dios todo lo transforma, todo lo eleva, lo llena de sabiduría y Prudencia, de Verdad y de Luz, llena de sentido la vida, toda vida, lo queramos o no reconocer.
Como contemplativa, consagrada a Dios, tengo la experiencia de que el alma no se contenta con las imágenes, quiere el ENCUENTRO PERSONAL el ABRAZO AMOROSO y APASIONADO y por eso dedico toda la vida a bendecirle, a levantar las manos invocándole. Qué será lo que veremos pues le veremos "tal cual ES". Y esto es lo que quisiera que todos descubrieran, cada cual en su lugar, en la misión que les sea encomendada de lo Alto.
En fin, esto es una gozada. Como gozo es saber que en cualquier rincón de la tierra estamos unidos en EL, compartiendo la misma PALABRA, el mismo AMOR, la misma SABIDURIA y el mismo AMOR. Es la comunión de los Santos, y en esta comunión debemos irradiarnos y contagiarnos ese abrazo amoroso, donde el Espíritu de Dios nos invade y nos hace uno con El. ¡¡¡QUÉ MARAVILLA!!!
Y el caso es que… SE NOS HA REGALADO, QUE SÍ, ¡¡¡QUE PODEMOS!!! Bendito sea Dios.


SI NOS ABRIMOS AL AMOR… ¿SABÉIS QUE PASA? QUE LA IMAGEN DE JESÚS VA SIENDO GRABADA EN NUESTRO SER, O MEJOR, VA EMERGIENDO DE NUESTRA INTIMIDAD… NOS VAMOS TRANSFORMANDO, VAMOS SIENDO REFLEJO DE DIOS… VAMOS SIENDO LO QUE DIOS QUIERE QUE SEAMOS, AQUELLO QUE SOMOS EN REALIDAD, PERO QUE NO TERMINA DE BROTAR. ESTO ES INAUDITO, PERO EL CASO ES QUE ¡¡¡ES REAL!!!

EL ESPÍRITU SANTO nos santifica porque nos impulsa y ayuda; nos deja libres para que actuemos desde esa libertad… pero hay un momento que Él entra de una manera personal y realiza su obra: traza la imagen de Jesús. ¿Pero cómo lo hace? El E. Santo interviene con sus dones cuando ya hemos realizado nuestra obra, cuando practicamos la virtud. Y si somos dóciles.
LOS DONES DE: Temor de Dios, fortaleza, piedad, consejo, ciencia, entendimiento y sabiduría.
Pongamos un ejemplo: La medida de la virtud de la fortaleza es: nuestras propias fuerzas. La medida del don de fortaleza es: la fuerza de Dios.

A Jesucristo sólo se le conoce de verdad, cuando nos abrimos en humildad para recibir al Espíritu…. Es el Espíritu del Hijo quien nos une en unidad de vida con El. En Dios el Amor es así: la fusión total. Es el abrazo amoroso que llena la vida de sentido, que hemos dicho antes. La vida divina no es otra cosa que el abrazo eterno, ímpetu de amor. Cuando el alma está poseída totalmente por el Espíritu.
Hacia ello caminamos en comunión, por ello dedicamos nuestras vidas a Dios y al hermano. Y así, sólo así, podremos visibilizar aquí en este mundo, algo de la eternidad que nos espera junto a Dios.

Oremos, pensemos, reflexionemos juntos: Cuando al final del día repaso la jornada, puedo afirmar que quienes se cruzaron en mi camino, aquellos con quienes traté o trabajé… al despedirse de mí… ¿se llevaron un trocito de cielo? ¿se llevaron algo del Dios que me habita? Ojalá que sí.

PARA MEDITAR: “Bajo el influjo del Espíritu Santo madura y se refuerza este hombre interior, esto es, «espiritual». Gracias a la comunicación divina el espíritu humano que «conoce los secretos del hombre», se encuentra con el Espíritu que «todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios». Por este Espíritu, que es el don eterno, Dios uno y trino se abre al hombre, al espíritu humano. El soplo oculto del Espíritu divino hace que el espíritu humano se abra, a su vez, a la acción de Dios salvífica y santificante. Mediante el don de la gracia que viene del Espíritu el hombre entra en una nueva vida, es introducido en la realidad sobrenatural de la misma vida divina y llega a ser «santuario del Espíritu Santo», «templo vivo de Dios». En efecto, por el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo vienen al hombre y ponen en él su morada. En la comunión de gracia con la Trinidad se dilata el «área vital» del hombre, elevada a nivel sobrenatural por la vida divina. El hombre vive en Dios y de Dios: vive «según el Espíritu» y «desea lo espiritual»” (DeV 58