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Imitemos su Pasión

IMITEMOS SU PASIÓN CON NUESTROS PADECIMIENTOS


"Inmolémonos nosotros mismos a Dios, ofrezcámosle  todos los días nuestro ser  con todas nuestras acciones.

Estemos dispuestos a todo por causa del Verbo;

imitemos su Pasión con nuestros padecimientos, honremos su sangre con nuestra sangre,

subamos  decididamente a su cruz.

Si eres Simón Cirineo, coge tu cruz y sigue a Cristo.

Si estás crucificado con él como un ladrón, como el buen ladrón confía en tu Dios.

Si por ti y por tus pecados Cristo fue tratado como un malhechor, lo fue para que tú llegaras a ser justo.

Adora al que por ti fue crucificado, e incluso si estás crucificado por tu culpa, saca provecho de tu mismo pecado y compra con la muerte tu salvación.

Entra en el paraíso con Jesús y descubre de qué bienes te habías privado.

Contempla la hermosura de aquel lugar y deja que fuera quede muerto el murmurador con sus blasfemias.

Si eres José de Arimatea, reclama el cuerpo del Señor a quien lo crucificó, y haz tuya la expiación del mundo.

Si eres Nicodemo, el que de noche adoraba Dios, ven a enterrar el cuerpo y úngelo con ungüentos.

Si eres una de las dos Marías, o Salomé o Juana, llora desde el amanecer;

procura ser el primero en ver la piedra quitada

y verás también quizá los ángeles o incluso el mismo Jesús." (Gregorio Nacianceno)

LA VIDA ES UNA SUBIDA AL MONTE CALVARIO

 

Señor, enséñanos esta sabiduría, ¿cómo entender que para madurar se necesita padecer?. Sólo contemplando tu Misterio captamos esta enseñanza: que la maduración personal, el crecimiento en la vida, no se hace sin la Cruz. Solamente podemos alcanzar la Meta de nuestro peregrinar cristiano si somos capaces de afrontar eta senda de la Cruz.

 

Nos adentramos un año más en el Misterio Pascual. Cuántos sufrimientos , cuánto dolor... entonces... ¿qué significa que hemos sido salvados? Salvados, sí, pero nos queda un recorrido no exento de cruz. Seguimos a Cristo crucificado y con Él llegamos a la resurrección... 

 

Oremos con el poeta:

No me mueve mi Dios para quererte

el cielo que me tienes prometido

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.

 

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte

clavado en esa Cruz y escarnecido

muéveme el ver tu cuerpo tan herido

muévenme tus afrentas y tu muerte.

 

Mueveme al fin tu amor y en tal manera

que aunque no hubiera cielo yo te amara

y aunque no hubiera infierno te temiera.

 

No me tienes que dar porque te quiera

porque aunque lo que espero no esperara

lo mismo que te quiero te quisiera