PARA VIVIR EL TRIDUO PASCUAL
Nos disponemos a celebrar el Gran Triduo Pascual, a sumergirnos en dicho Misterio Pascual, porque manifiesta el amor salvífico de Dios, rico en misericordia. Y porque es en la pasión, muerte y resurrección de Cristo donde se expresa en toda su profundidad la misericordia de Dios.
Esta noche y mañana hasta los Oficios de la Pasión del Señor, podemos vivenciar el Misterio desde el silencio y la adoración contemplativa… y esta contemplación nos debe llevar después a expresar para con todas la misericordia entrañable, porque quien contempla recibe… recibimos ese don del Señor, no es nuestro, y debemos ponerlo al servicio de las hermanas, principalmente.
Cuantos conocieron directa o indirectamente a San Francisco de Paula no dudaron en afirmar que el trato con él, les llevó a un cambio de vida, un cambio radical hacia el bien, en definitiva a una conversión y una vuelta sincera y decidida a Dios y a su Iglesia. Con razón era llamado el Buen hombre, numerosos testigos afirman que su trato era sumamente afable y respetuoso, y exhortaba a todos a una conversión de vida, a un encontrarse con Dios y con el hermano, desde la fraterna comunión de vida en Cristo Jesús, el Señor. La misericordia de Dios siempre nos espera, exhortaba San Francisco: <arrepentíos de vuestros pecados, pues Dios os espera con los brazos abiertos> <Anda, limpia tu casa, o sea la conciencia y sé buen cristiano>
Así, nuestra vida debe estar orientada hacia Dios; como San Francisco que, oraba en todo tiempo y lugar, y esta oración nos conducirá al trato humilde con las hermanas, porque Dios es Amor. Hoy su mensaje nos interpela a nosotras, sus hijas, para ser portadoras de misericordia y receptoras de la misma, como muy bien nos ha exhorta el Papa Francisco: Ser portadores de misericordia y receptores de la misericordia que Dios dona a los hermanos para hacérnosla llegar. Y así viviremos el Jueves santo y el Triduo pascual, llenándonos de la misericordia de Dios para darla a las hermanas y al mundo entero.
Una hermana me decía al comenzar estos días santos: pida por mí para que viva con intensidad, porque no sé si será la última vez. Esto me hizo mucha impresión y le respondí que por supuesto oraría por ella y por todas las hermanas. Cuando vivimos esta fraternidad que se nos ha regalado, unas pedimos por otras, todas sabemos de nuestras limitaciones y diferencias, pero también sabemos que nos une el Señor y el deseo de vivir todas inmersas en su Misterio. Este es mi deseo para todas en estos días santos. Ahora nos congregamos en oración hasta la Gran Vigilia de Resurrección, donde nuestra alegría será inmensa. Que el Señor nos conceda vivirlo con intensidad.
Sor Rocío de Jesús, Correctora.
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