Orar
Surfrimiento aceptado
Sufrimiento aceptado
"¡Abba!, Padre: tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres" (Mc 14, 36)
Contemplemos a Jesús en el Misterio Pascual, adentrémonos en su Corazón y dejemos que su Espíritu nos mueva y nos una en su Amor.
Para ello... 
No te mires a ti mismo, no te analices, no te juzgues, no te ocupes de ti. Deja todo juicio sobre ti mismo a Dios, que te conoce del todo y te ama.
El abandono completo te llevará a sufrir cuanto Dios quiera que sufras, a progresar en tu vida interior cuanto Dios quiera que progreses, a caerte cuantas veces consienta Dios y a levantarte también con la fuerza de Dios.
Inmólate para Dios. De Él te vendrá la paz, cuando Dios quiera. Así hizo María, así hizo Jesús.
Todo nuestro yo rechaza la cruz, el dolor, la angustia, la tristeza, la enfermedad, los daños que otras personas nos provocan. Nos rebelamos contra todo ello, es natural.
Tomar nuestra cruz es vivir en el realismo y en el abandono.
"Señor, no deseo la cruz, no esperes que te la pida. Sin embargo, la acepto si Tú la aceptas para mí. La tomo si Tú la pones en mis hombros. Hasta que quieras, con el peso que quieras. Sé Tú quien decida todo en mi vida. Si de mí depende la decisión, no quiero sufrir. Pero si Tú deseas llevarme por el sacrificio, yo no sólo lo acepto sino que amo ese sufrimiento que me retuerce y que no comprendo. Tuyo es el juicio, tuyo es el conocimiento, tuyo es el final de esta historia. Ten compasión de mí, porque me conoces. Sólo quiero repetirte lo que ya sabes: que te amo con toda mi debilidad. No sé amarte como los héroes, has de conformarte con el amor de un débil que se rompe. Si eso lo sabes, Señor... sabes todo lo que puedo darte. Amor y solo amor."

Monjas Mínimas Daimiel