SED VOSOTROS PERFECTOS COMO VUESTRO PADRE
Todas las cosas se perfeccionan con la bondad. Él lo ha terminado todo en la perfección de la bondad. En efecto, la ley obligaba al amor al prójimo y concedía la libertad de odiar al enemigo. En cambio la fe manda amar a los enemigos y mediante el sentimiento universal vence los impulsos de violencia en el espíritu humano no solamente a impedir a la cólera la venganza, sino también aplacándola hasta amar a los que nos han causado perjuicio. Amar a los que nos aman es propio de paganos y es normal querer a los que nos aman. De una parte, pues, Él nos llama a la herencia de Dios, y de otra también a la imitación de aquel que dispensa a los buenos y malos, con la venida de su Cristo, el sol y la lluvia en los sacramentos del bautismo y del Espíritu. Así nos forma Él a la vida perfecta con este lazo de bondad para con todos, puesto que tenemos en el cielo un Padre perfecto a quién imitar. (Hilario de Poitiers)
|