Orar
Un deseo hecho oración
UN DESEO HECHO ORACIÓN

 
Caminamos en pos de Jesús y nuestro tiempo es siempre, tiempo de Gracia y Salvación.
Señor, ¡cómo me gustaría que todos camináramos firmemente unidos a Ti!
con amor entregado, desprendido, fiel. Y como la Venerable Sor Consuelo Utrilla Lozano del Inmaculado Corazón de María, dar la vida por la salvación del mundo.
 
Este deseo no se queda en mí, sale hacia fuera, porque es un deseo que quisiera se expandiera en todos los corazones. El Señor está Presente en aquellos que le buscan con sincero corazón, no cabe duda.

Este deseo que experimenta el alma creyente, es un don de Dios. Su Presencia nos descubre también nuestra pequeñez, nuestra limitación e impotencia, y ante esa impotencia ¿qué hacer? Sencillamente CONFIAR, somos pecadores necesitados de salvación, y esa salvación se nos ha regalado con la entrega del Hijo: ¡cuánto bien hace este descubrimiento! A partir de esta verdad se comienza a caminar con agilidad, porque la luz recibida no se queda estancada, es progresiva, somos pecadores inmensamente amados y claramente capacitados para responder con amor.

El anhelo y deseo de Sor Consuelo: DAR LA VIDA POR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS, es un don recibido gratuitamente, acogido en su corazón abierto a su Amor y entregado por amor.
 
Dios va marcando la pauta. Como un día en la vida de Sor Consuelo, hoy nos toca a ti y a mí SECUNDAR SU VOZ, que nos habla a través de los acontecimientos y también a través de nuestro corazón.

En el fondo, Señor, todo creyente debiéramos ser esa fuente de luz, de alegría, de esperanza. Debiéramos ser presencia de Tu Santidad con nuestras palabras y nuestra vida, cada día más enamorada de Ti. Por eso, Señor, por los ejemplos que nos regalas a diario, enséñanos a saber descubrirte en el hermano, en el acontecer, en todo.

Yo sé que Tú puedes iluminar mis inquietudes más profundas, también a través del hermano y la hermana, de su vida, su palabra, su entrega. Ayúdame a descubrir tu Presencia. Tengo toda una vida por delante, y sé que en el fondo, tu Luz y tu Amor están penetrando mi interior formando parte de esta experiencia de fe que vivo con intensidad y gratitud.

Acoge mi pequeñez y sigue iluminando el mundo, que tu Cruz, enardezca nuevamente este corazón y me ayude a entregar la vida para hacer de este mundo algo más de Dios.
 
Sé que con sencillas palabras salidas del corazón se puede iluminar, porque Dios así nos lo concede. Quisiera poder escribir todo aquello que me llena el alma, cómo el Señor me regala con su Presencia, para poder también iluminar a quienes El mismo me regala en don de fraternidad; para dejarme iluminar por el hermano, la hermana, que camina al unísono, o sencillamente para poder contagiar –aún a aquellos que ni siquiera veo, pero que Dios me regala desde la oración.
Monjas Mínimas Daimiel