Orar
Oramos con la Venerable Sor Consuelo
“María nos enseña a hacerlo todo por Jesús y con su mismo espíritu”

Esto deseo y pido, que cada día conozcas y ames y glorifiques más a nuestro Buen Jesús y El te enseñe el propio conocimiento para de esta forma gozarle y alabarle eternamente en el Cielo muy cerca de María nuestra queridísima Madre.
Mi corazón es tan pequeño y pobre, sabe amar tan poco... pero no me desalentaré por esto teniendo el Corazón de María que es mi suplemento, nadie mejor que este Corazón de Madre de Dios y de los hombres sabe amar a Jesús. Ella me enseñará a amarle comunicando al mío duro y frío sus ardientes latidos. Teniendo una Madre como la nuestra, tan dulce y bondadosa no nos apuraremos jamás por muy miserables que nos encontremos.
¡Qué suerte más buena tuvimos al elegirnos el Señor para su servicio de entre tantas almas, yo cada día le doy más gracias a Dios Nuestro Señor por tantos beneficios ¡Qué bueno es!
Seamos santos conforme al modelo que se nos dio en Cristo Jesús. No dejes de rogar para que no ponga obstáculo al plan de Dios sobre mi alma y me abrase en su santo amor.

¡La Madre de Dios es mi Madre!

Ya que nosotros tenemos la dicha de comprender el amor de Dios a las almas, pediremos y ofreceremos nuestras vidas por aquellos que no le conocen, le consolaremos para que no diga de nosotros aquello de: He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres y en retorno solo recibe ingratitudes; que nunca diga esto Jesús de nosotros, antes morir que disgustar en lo más mínimo el amante Corazón de Jesús en el cual se halla la verdadera paz y felicidad, El es nuestro cielo en la tierra. Pidámosle que nos abrase y consuma en el volcán de su Corazón y como de este fuego divino está encargada la Virgen María para distribuirlo y comunicarlo a las almas, la amaremos mucho a esta dulce y compasiva Madre permaneciendo siempre pequeños a su lado, así la obligaremos a socorrernos y ayudarnos. Si nos ve mayores nos dejará solos como hacen las madres de la tierra que para sus pequeñuelos que se abandonan a sus cuidados maternales y confían plenamente en ellas son todos sus desvelos y cariños más exquisitos, así nuestra buena Madre para con nosotros. En sus brazos vamos seguros y no temeremos nada, yo amo mucho a María y quiero amarla cada día más, tú también sé que la amas, por Ella, mi Madre querida del cielo, me vino la vocación en un hermosísimo y apacible mes de mayo consagrado a Ella ¡Qué bueno es Dios al darnos a su digna Madre por Madre nuestra; la Madre de Dios es mi Madre! ¡Qué grandeza más incomprensible! Aquí hay que dejar a los sentidos y potencias todas del alma y desde lo más profundo de nuestro ser adorar en silencio y agradecer la infinita bondad y misericordia del Corazón de todo un Dios para con sus pobres criaturas; gracias, Señor, por haberme dado a María Santísima por mi Madre, gracias por tantos beneficios; gracias por la vocación religiosa, beso este santo hábito con amor y las paredes de mi convento que me libran de tantos peligros de ofenderte.