Orar
Id vosotros a mi viña

“Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir”

Vivir a Cristo en santidad de vida: ¡Es la tarea del cristiano! Sólo cuando se vive en Dios, se puede gozar de sus frutos. El creyente vive en búsqueda continua de los caminos y planes de Dios, porque sabe que sus caminos son más altos que los nuestros. Como dice el apóstol: lo importante es llevar una vida digna del Evangelio de Cristo, lo esencial es VIVIR PARA DIOS y PARA LOS HERMANOS, allá donde Él nos envíe. No sabemos cuándo ni dónde, pero lo que sí debemos saber es que Dios tiene un proyecto personal, intransferible, y cada uno debe responder en cuanto perciba esa llamada, no hay excusas, la llamada de Dios es puntual: “Id también vosotros a mi viña”.

Oh Jesús, se necesitan personas y comunidades enteras que se lo tomen en serio. Podemos cambiar el ritmo de la historia y el rumbo de la sociedad si, con espíritu abierto, nos unimos a Ti y asumimos plenamente tu vida, tu santidad, con una visión esperanzadora del futuro: Id también vosotros a mi viña. Es descubrir a la Iglesia que camina y que sigue buscando hacer la voluntad del Padre. El fruto no depende de nuestro esfuerzo, viene de la fuerza interior del Espíritu.

En el silencio, en esa vivencia hacia el interior, te dispondrás al servicio, a la entrega; y el hermano recibirá el beneficio de la fraternidad, porque tú así se lo irradias. Sí, ahí, en nuestro interior, en la acogida fraterna, es donde está la paz, la alegría, es donde está Dios. Vivir hacia dentro para llevar esa fuerza vital hacia fuera. Es la certeza del creyente que habla desde el silencio y la interioridad, palabras de vida. ¿Cómo podemos hablar de Dios si no estamos empapados de Dios? ¿De qué sirve nuestro encuentro con Dios, si no le mostramos, si los hermanos no perciben esta presencia? Cuando Dios no está dentro, estamos vacíos ¡y qué vacíos! porque si Él no ocupa nuestro corazón, habrá otras cosas.

Como creyente en camino, como contemplativa que ha recibido el don de vivir sólo para Dios por la salvación del mundo, retomo la afirmación paulina: ¡Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir! Que Cristo brote de nosotros, porque nos llena en totalidad. Que resuene en cada corazón su llamada esperanzadora: ID TAMBIÉN VOSOTROS A MI VIÑA.

Monjas Mínimas Daimiel