En la simplicidad del espíritu mínimo, en el caminar de una sencilla vida de conversión continua, en pura fe, hacia “la oración pura y asidua”, en esta vía de desnudez y despojo, bien podemos decir con el poeta este soneto del que dice su autor “está cifrada toda la doctrina mística”:
Con los ojos cerrados más se acierta,
y con la obscuridad mucho más vemos;
y estando solos, mucho más podemos;
y el encerrarnos abre más la puerta.
Hay más regalo en tierra más desierta;
sin pies en esta vía más corremos;
y sin las manos, mucho más hacemos;
y el reposo y quietud más nos despierta.
Con simple corazón mejor se entiende;
y con el no saber, mejor se sabe;
sin báculo ni arrimo, mejor se anda.
Con estar al descuido, más se atiende;
y al que menos procura, más le cabe;
y al que se deja más aquí, más manda
(SONETO de Antonio de Rojas “Vida del Espíritu” 1638 -había sido aprobado ya en 1628)
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